Casa Manifiesto



El proyecto se basa en una arquitectura bioclimática, la adaptación de la forma y el posicionamiento de sus necesidades energéticas, también en la utilización de un sistema modular y prefabricado. Este sistema modular permite también la coherencia de la casa con posibles futuras modificaciones o ampliaciones para adaptar fácilmente a las cambiantes necesidades del cliente.

La estructura de la vivienda la constituyen tres contenedores marítimos reutilizados, combinados con otros materiales como botellas, madera, hierro y aluminio reciclados, y muchos más materiales. En este caso, el resultado es una vivienda de 160 m2 interiores divididos en dos plantas. La planta baja la ocupa un amplio espacio común, que incluye salón-comedor, cocina, habitación, baño y terrazas. El dormitorio principal con su baño, dos habitaciones con baño compartido y terrazas forman la distribución de la segunda planta.


La casa se distribuye en torno a este gran espacio con volúmenes mucho más cerrados en una parte, contrastando así con el otro lado más abierto. Al mismo tiempo y de manera intencionada, el sistema constructivo de la casa se ha revestido con una piel que, jugando a través de sus elementos horizontales, genera una riqueza de luz y sombra que contribuye a desmaterializar los volúmenes. La casa, gracias a sus materiales, se convierte en un objeto arquitectónico vivo.

La casa tanto en verano como en invierno mediante una piel solar transventilada tanto en fachadas como en cubiertas. En verano sirve para protegerse del sol creando un efecto de refrigeración, en cambio, en invierno está pensada para permitir la incidencia del sol, ya sea sobre la chapa del contenedor o sobre los ventanales y crear un efecto de calefacción .
Para crear estos efectos se utilizaron dos tipos de materiales y sistemas, en una pared se utilizó una base de lamas de madera horizontales fijas y otra de Palera móviles que se pueden abrir de manera individual para controlar la radiación solar.


Las pérgolas, como el recubrimiento de los contenedores tienen un doble uso dependen de la época del año. Permiten controlar la entrada del sol directo a través de los ventanales. En invierno se levantan al máximo para permitir la entrada del sol y así generar un efecto invernadero en el interior y en verano se bajan más o menos dependiendo de la hora del día y de la temperatura exterior para un efecto de ventilación natural.

El cierre interior está conformado por aislamiento de celulosa reciclada proyectada sobre el interior de la chapa del contenedor y acabado con paneles ecológicos de fibra de celulosa y yeso.
Con estos elementos de aislamiento térmico pasivos, y la incorporación de tecnología de energías alternativas la casa consigue una autonomía energética del 70%.



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